Hubo un tiempo de honor, acero y pesares. Curtiendo la piel a base de aventuras y no menos menesteres que conformaban la personalidad de un estamento social proveniente del ejército, del milites. De ahí nació una figura clave, la caballería. Hombres de aventuras y posterior nobleza, en busca de una vida acorde con los ideales que la Edad Media propugnaba: virtud, rectitud, honor, cristianismo... Por un lado estuvo la realidad misma, y por otro la ficción. En este último campo me evado a veces hasta el desvarío. Y en la memoria mía taciturna y soñadora, se complacen, en deleitosos sueños, caballeros, doncellas y una caterva de seres imaginarios extraordinaria. Son las novelas de caballerías, o dicho de otra manera, la literatura de evasión, de consumo, de la Edad Media.
En esa literatura, España ha dado una riquísima cosecha. Debería citar nombres con reverencia sublime, desde Amadís de Gaula hasta mezcolanzas histórico-legendarias como los cantares de gestas. Nombres valerosos y hazañas militares idealizadas, aventuras mágicas, religiosas... Es un dejarse llevar placentero. Y de entre todas esas obras, sobresale un descubrimiento más o menos estudiado. Un libro de caballerías, Don Cristalián de España. Sin decir su autor, cualquier lector lo disfrutaría como una obra más. Una narración caballeresca plagada de personajes y con unas historias entrelazadas que te mantienen ensimismado en la lectura hasta la ceguera. Ahora bien, hay un detalle interesante, esta obra, publicada por primera vez en 1545 en Valladolid, fue escrita por una mujer, Beatriz Bernal. Si nos ponemos en situación, y en el lugar de la autora, veremos que este hecho es revolucionario. En una sociedad medieval española, en la que la mujer vivía por y para el cuidado del hombre, de la casa y de la fe cristiana, es extraordinario que una mujer no sólo escribiese (pues hay más casos de novelas medievales escritas por féminas) sino que incluso publicara oficialmente un libro de andanzas caballerescas. Libros, por ende, tenidos como literatura de consumo y vulgar pasatiempo mental, reprochados por la iglesia cristiana católica española. A ese contexto, a esa autora y a esa obra, ha dedicado años y esfuerzos Donatella Gagliardi con su libro “Urdiendo ficciones. Beatriz Bernal, autora de caballerías en la España del siglo XVI.” (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2010).
Desde mi humilde opinión, de una mente que siempre está aprendiendo, me atrevería a decir que tenemos en nuestras manos un estudio decisivo. Una puerta abierta, o mejor, un pistoletazo de salida. Gagliardi nos aproxima a Beatriz Bernal y a su obra, colocándola en el sitio que le corresponde. Su estudio está muy estructurado y nos hace comprender el contexto y la grandeza de esta autora.
Primeramente nos coloca en situación para penetrar en la época que le tocó vivir a la autora de Don Cristalián de España. El peso de una moral rígida de lo que se debía leer, no dejaba lugar a dudas. Había que alimentar el alma con todo tipo de obras y autores bien reconocidos por la Iglesia. Otros tipos de lecturas, suponían emponzoñar nuestra mente, pervertirla. Curioso el caso de las novelas de caballerías, que no dejaban de ser muchas eminentemente cristianas por sus hechuras en virtudes caballerescas, pero pródigas en ejemplos a no seguir. A saber: salidas de tono, amores lujuriosos... en definitiva, invitaciones del diablo que es mejor no leer. Y aún así, no hay biblioteca de la época que no posea un libro de esta índole. No hay imprenta ni editor que no haya publicado algún relato de caballerías. No es extraño pues, que ellas, las mujeres lectoras, alimentaran su imaginación igual que lo hacían los hombres. En este aspecto, el libro de Gagliardi es una reivindicación académica por esta escritora, Beatriz Bernal, y por las mujeres que, a pesar de las imposiciones sociales, alimentaban su ser aunque fuese en silencio.
Urdiendo ficciones abre el recorrido precisamente poniendo el dedo en la llaga acerca del poco reconocimiento historiográfico que ha tenido Don Cristalián. Por tanto, el estudio que nos atañe, es una reivindicación fundamentada en la investigación sobre una mujer y su época. La aproximación a esta novela de caballerías se hace con detallismo. Desde influencias que ha provocado en obras posteriores de otros autores, hasta el desglose de su argumento en una nutrida sinopsis. Recomendable, por cierto, leer dicho epítome con una libreta al lado, para no perderse en el bosque de nombres y aventuras.
A la par descubrimos la vida de Beatriz Bernal y la de su obra, reeditada más de una vez incluso fuera de España (es el caso de Italia). Con este viaje conocemos de primera mano la cultura y la intelectualidad de la España del siglo XVI. Los avatares de algunas imprentas y de algunos libros. Una época, donde las andanzas de estos caballeros de tinta, vivían sus años dorados en cuanto a edición y ventas. El estudio de Gagliardi realiza salidas del camino que enriquecen. Detalles históricos de la influencia narrativa de este tipo de literatura. Llegando incluso a mostrarnos la autora, inventarios de libros que conformaban algunas bibliotecas privadas. Recordemos que quien da o deja un libro, crea un legado. Hay incluso en Urdiendo ficciones, un capítulo dedicado a los personajes femeninos de la novela. Se detiene Gagliardi en un lustre feminista que hubiese dado para mucho. Pinceladas de esto da en su estudio, poniendo el énfasis en la gran labor de la escritora medieval a la hora de sortear los corsés de la época y crear una obra políticamente correcta, pero subrepticiamente transgresora; la libertad creadora de una mujer escritora, dentro de una sociedad masculina.
Una vez leído el trabajo de Gagliardi hay que reconocer la calidad de Don Cristalián y la valía de su autora. Y por supuesto, el placer de sumergirse en las aventuras de Lucescanio, el Caballero del León y todos los personajes que viven un sinfín de avatares de la existencia.
Quizá sólo un apunte negativo por mi parte, al soberbio estudio en el que nos hallamos. A lo largo del mismo hay muchas citas de referencia a otros textos, sobre todo de opiniones procedentes de variados autores. Se incluyen estas citas en su idioma original, pero sin ser traducidas al castellano (caso de párrafos ingleses e italianos). No habría estado de más traducir esos textos para los no muy versados en idiomas (caso del que suscribe este artículo). No obstante, se trata de pequeñas incursiones textuales, para apoyo de la investigación histórica que se acomete.
El resultado es esclarecedor y contundente. Un estudio necesario para una novela de caballerías, que debe entrar definitivamente a formar parte del corpus del género. Una luz necesaria para la literatura y por ende, para la grandeza de la creatividad humana, sin distinción de sexos.
“Urdiendo ficciones.
Beatriz Bernal, autora de
Caballerías en la España del XVI.”
Donatella Gagliardi
Prensas Universitarias de Zaragoza
2010
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