martes, 22 de junio de 2010

World Press Photo 2010.



La editorial Blume acaba de lanzar el libro oficial del célebre concurso World Press Photo, correspondiente a la convocatoria de este año. El concurso supone una muestra, una reivindicación y, en palabras de la presidenta del jurado, Ayperi Karabuda Ecer, “un rompecabezas visual que celebra el punto de vista del fotógrafo, y que le ofrece lo mejor de cada categoría para que reflexione, pregunte y disfrute.”

No estamos ante un concurso cualquiera porque no hablo de una profesión cualquiera. Ver el momento, captarlo, crear un concepto a través de la imagen. Y no sólo eso, también sugerir, incitar a la reflexión. En definitiva, comunicar. Como he dicho en otras ocasiones, la fotografía es un lenguaje y cada uno lo escribe de una manera.

Desde 1955 este premio pone ante nosotros lo que un simple devaneo de papel de periódico puede hacer pasar desapercibido a nuestros ojos. ¿Qué sería de la prensa de hoy en día sin imágenes?. Pero la cuestión va más allá. Los fotoperiodistas son los testigos de la época que les ha tocado vivir. Eso es World Press Photo.

Este año el ganador nos traslada a Teherán, capital de Irán. El italiano Pietro Masturzo nos muestra una serie de imágenes oscuras que pueden necesitar una explicación del contexto, pero que insinúan su simbolismo latente. Mujeres y personas gritando, protestando en los tejados y azoteas de sus casas.

Otro italiano, Michele Borzoni, ganador en la categoría de imagen individual de Personajes de actualidad, nos lleva de nuevo a la protesta, esta vez más violenta. Al inconformismo frente a una discrepancia. El lugar, la Cachemira india y sus constantes devaneos territoriales. En ambos casos se trata de política y a veces de posturas irreconciliables. Por la sencilla razón de que las partes implicadas no ceden un ápice en beneficio de la concordia; como la vida misma.

World Press Photo es un abanico que airea imágenes de todo el mundo y comprende desastres, es cierto, pero también valores y grandezas. El deporte, la vida del día a día... Creo que este premio es un buen reflejo del sentimiento humano. Cierto, hay muchas fotografías que se quedan fuera pero incluso el jurado tiene ya un detalle único: premiar la imagen, o conjunto de imágenes, que han tenido un “impacto excepcional en las noticias del mundo entero”, el año anterior, pero que no han sido tomadas por profesionales. Ahora más que nunca, todos somos testigos y, de alguna manera, todos podemos hablar. Sobre todo gracias a Internet.

Por desgracia siempre hay miserias del alma humana. Hambre y dolor, sangre, guerras… pero también lucha y esperanza. Y por supuesto belleza, la de nuestro planeta. Éste, en constante amenaza por el hombre y sus repercusiones. Una jirafa yace muerta dentro de un río seco, (Stefano De Luigi), o unas naranjas entran al ojo humano como si fuesen mundos extraños de belleza nunca conocida… Y sin embargo estamos ante los resultados de la contaminación del cadmio sobre una zona de China (Fang Qianhua). Estremecedor, hasta el mal posee un rostro sublime, una estética de lo nefando. El Ser Humano es así.

El deber de la correcta moral es denunciarlo y luchar contra ello. Los fotógrafos se colocan cerca, buscan y retienen. Se juegan la vida entre lluvias de balas, mercenarios belicosos, piratas o simplemente enemigos. Hay cosas que no quieren que se vean pero han de verse. Creo, desde mi humilde opinión, que éste sería uno de los leit motiv del World Press Photo. Ahora en un libro y en una exposición itinerante. Habrá más, porque, créanme, hace falta más.


http://www.worldpressphoto.org

http://www.blume.net


sábado, 12 de junio de 2010

Robert Doisneau en Zaragoza.



En el espacio para el arte que Caja Madrid dispone en Zaragoza (Plaza Aragón) encontramos nada menos que a uno de los grandes fotógrafos de la Historia. Robert Doisneau permanece en nuestra memoria por dos fotografías, “El beso del Hotel de Ville” y “Los panes de Picasso”. Pero nada más lejos de la realidad, tenemos ante nosotros a uno de los fotoperiodistas más humanistas que podemos encontrar en la fotografía.

Tuvo muchas miradas fotogénicas, desde su trabajo en Vogue hasta sus colaboraciones clandestinas bajo la Francia ocupada por los alemanes. Pero ante todo, tenía la capacidad de ver el instante preciso que convirtiera una fotografía en una puesta en escena única. Dar a los protagonistas la capacidad de dotar un momento y un lugar en vida propia. Sabía captar miradas, como la fotografía de “El balconcito”, dando segundas lecturas si es preciso. Componía cual teatro y si era necesario fracturaba la realidad. Ahí fue una de sus obras maestras como la del beso antes citado. En lo aciago de la existencia, un momento de aroma cálido salido de la pasión.

Es para mí un continuador del ojo testigo de Francia, como Atget lo fue también. Estaba en el momento adecuado y humanizaba hasta el más mínimo detalle; una sonrisa, un baile en plena calle… Es un don éste el de la observación cual voyeur, para crear Arte de un instante, que una máquina puede mecanizar.

La exposición que nos trae Caja Madrid hasta el veintisiete de julio, es breve pero intensa. Supone un paseo por su obra y nos deja con más hambre de Doisneau. Él nos enseña a mirar el día a día de otra manera, porque así nos sentimos más humanos. Dando vida a los encuentros que recibimos a cada paso. Es el Arte de mirar y ver, es el Arte de Doisneau.


lunes, 7 de junio de 2010

Una semana de libro.

Un año más terminan las ferias del Libro que se celebran por doquier en España. Suelen estar sujetas a debates, unos clásicos y otros variopintos. En cualquier caso, creo, son necesarias. Los libreros se quejan de las ventas, algunos escritores de convertirse en meros vendedores, y algunos lectores de los precios. Hay para mucho.

Lo importante es acercar los libros a las personas, sobre todo a los pequeños para ofrecerles un buen hábito. Que no es otro que el descubrimiento y disfrute de la Literatura. Tampoco hay que olvidar que mayor función realizan, y todo el año, las bibliotecas públicas y privadas, auténticas moradas de Sofía.

Es interesante ver a esos artistas enclaustrados en casetas pequeñitas esperando y ofreciendo su obra. Me informo en esta Feria de Zaragoza de que la asociación de Escritores de Aragón cuenta con ciento noventa socios literatos. Intuyo entonces que se escribe mucho. También es cierto que hay no poca “literatura de consumo” vendida a precio de oro. Lo malo es que para el editor, es difícil salir del encasillamiento que le supone vender para comer. No obstante muchas editoriales son auténticas mecenas y descubridoras de la buena tinta. Al igual que algunas librerías de Aragón, son también agitadoras culturales de nuestra tierra; eso está bien.

Me encuentro a mi buen amigo y escritor David Lozano, que el último día de Feria lo pasará firmando ejemplares. Lleva a fecha de hoy cuatro libros de literatura juvenil y se puede decir que está contento de los resultados. Yo, mientras, espero ferviente su salto de nuevo a la literatura de adultos. En su día la caté y puedo decir que este escritor promete, o cuando menos, a mí me gusta. Si os encanta lo tenebroso, el suspense con algo de truculencia, sin caer en estridencias, os lo aconsejo.

Me quedo también con una iniciativa en la que participo. Y es que El Corte Inglés organizó su primer concurso de fotografía digital en la calle, precisamente, enmarcado en estos días tan culturales. Va dirigido a niños y a finales de junio se conocerán los ganadores. Es bueno que a los más jóvenes se les acerque el Arte. Por la sencilla razón de que es un alimento del alma. Y por ende, de la sensibilidad. Hay que alimentar la sensibilidad del hombre para que en su vida sea provechoso y buena persona. Y quién sabe, a lo mejor se descubre un gran talento artístico.

Durante estos días uno se pasea oteando lo que ofrecen librerías, editoriales y escritores. Se aprovecha el descuento oficial del diez por ciento que durante toda la feria se aplica a las ventas a pie de calle. Y por supuesto, se suceden los encuentros con los autores, con los creadores del gran arte de la escritura, alimento de la imaginación y el intelecto. Hay algún autor que se siente incómodo, como si su oficio fuese vender y no escribir. Otros disfrutan del contacto con la gente. Ciertamente hoy en día hay que saberse vender. Ya no basta con el talento, hay que demostrar que nuestra obra merece tanto la pena como la de otros. Quizá siempre ha sido así. Albert Camus decía que ahora que hay tanto escritor, es cuando los mejores deben exigirse más a sí mismos. Lo curioso es que en nuestros tiempos, donde hay poco tiempo para el ocio, España sea uno de los cinco países en el planeta, con mejor universo editorial. Véase bien lo que digo; se edita mucho y de lo más variado. Cualquier tema que nos guste es pródigo en bibliografía. Y sin embargo, las estadísticas recuerdan que se lee poco. A lo mejor, pienso, que los pocos que leen, lo hacen en gran cantidad. No hay más que ver las listas de ventas. Por tanto, a pesar de todo, se lee. Quizás no se venda tanto como se desee, pero se lee.

Imagino lo que diría mi amigo Groucho Marx. Opinaba que la televisión es un gran instrumento culturizador. De hecho él, cuando la veía, acababa apagándola y poniéndose a leer. Ahí es nada, la imaginación en estado puro a través de los libros, frente a la imaginación resuelta y masticada que nos ofrece la televisión.

Yo me quedo con un poco de todo, característico de mí. Ahora sólo queda disfrutar. Buen provecho entonces.