lunes, 25 de octubre de 2010

FIZ 2010.

Este mes se ha celebrado la décima edición del Festival Independiente de Zaragoza. Dos días repletos de conciertos para oídos altisonantes de gustos variopintos. A lo largo de los años, este encuentro se ha convertido en uno de los mejores festivales que tiene la ciudad del Ebro. Diez años no es poco tiempo y se merece un aplauso la labor que se hace para que cada año haya algo atractivo en este festival.

En la edición de este año, el fetichismo artístico venía de la mano de Tim Robbins. Actor de excelente calidad interpretativa y ahora enfrascado en aventuras musicales de pop y folclore norteamericano, que a decir de los críticos, cumple con honrosa calidad. También contamos con la actuación de otro grupo que pasará a la historia como el inventor del trip hop. Massive Attack actuaron por vez primera en nuestra ciudad para hacernos revivir los derroteros de una forma personalizada de ver la música. Tan personal es esta visión, que se caracterizan precisamente por contar con múltiples colaboraciones a lo largo de su obra para llevar a cabo las piezas. En Zaragoza ofrecieron un recorrido acorde con su trayectoria.

En general este FIZ fue tan ecléctico como suele ser habitual. Una buena manera de atraer a todo tipo de público con un basamento de calidad. A veces cayendo en el histrionismo musical, cuando menos para mi gusto, pero con notable criterio de selección.

Un poco a modo de regalo de cumpleaños y siguiendo mis coberturas periodísticas, pongo en Flickr el reportaje que hice para esta edición del FIZ.

Que disfrutéis las fotos, y sobre todo la música. Que nunca falte la música.


http://www.flickr.com/photos/angelburbano


sábado, 9 de octubre de 2010

Recuerdos tornasolados. Mis años gimnásticos.



La fotografía me ha permitido no sólo crear Arte sino también conocer una gran cantidad de campos realmente interesantes. Interesantes por las imágenes que dan y por el enriquecimiento mutuo que conceden cuando conoces a gente que merece la pena. Uno de esos mundos que me fascinó fue el de la gimnasia rítmica. Recuerdo un torneo de las zaragozanas fiestas del Pilar al que fui, allá por octubre del 2002, atraído por la belleza de las gimnastas. Pensé, “modelos así darán grandes fotos”. Más allá de la simple pose fue todo un descubrimiento para mí. Mi Olympus E-10 apenas podía seguir, y menos congelar, los rápidos movimientos de estas chicas. Pero detrás de las sorprendentes fotos que salían encontré un mundo riquísimo y embriagador.

Mi primer año en la gimnasia rítmica aragonesa lo pasé como un aficionado a la fotografía que cubría todos los torneos que podía en busca de bellas imágenes. Mi talante periodístico daba de mí una imagen que todos aceptaban como profesional de algún periódico; por lo que no tenía problemas en hacer fotos a pie de tapete. Durante esos primeros meses fui viendo lo que conforma este deporte. Sus movimientos, sus maillots, sus maquillajes, sus reglas, su belleza, su esfuerzo, su duración (entonces torneos de más de cuatro horas seguidas) y su gente. Así conocí a Karina Dubchak. Con quince años me dio fotografías como la que encabeza este artículo. En cuanto la vi por primera vez en competición me “enamoré platónicamente” de ella. Su talante decía todo aquello que debía tener una gimnasta con dotes. Su belleza era cegadora y su cuerpo una escultura capaz de llenar el tapete. La pose de altanería con la que suelen abrir las actuaciones estas damiselas, concedían a Karina la seguridad del que sabe que es bueno, genial y va a por todas. A la postre, llegó a ser campeona de España en versión Open. Sus aptitudes, elegancia y talento fueron únicos. El destino me concedió, tiempo más tarde, la dicha de que posara para mí varias veces trabando una fotográfica amistad. Así descubrí una de esas personas que, como decía antes, merece la pena conocer.

Mi labor se estrechó más y más cuando conocí a dos personas del Club Zaragozano de Gimnasia rítmica, Susana Rueda y Mª Luisa Agerri. Ambas, madres de gimnastas y, por entonces, parte de la cúpula directiva de la citada asociación. Cuando vieron mis fotos y mi interés, no dudaron en contar conmigo como si fuese parte del club. Gracias a la difusión que dieron a mis fotografías de los torneos, todo Aragón acabó conociendo mi obra y no en vano siendo un poco el fotógrafo oficial de la gimnasia en nuestra región.

Mi labor ya no consistió sólo en cubrir torneos, ahora yo les inmortalizaba. La demanda de mis fotografías fue en aumento por lo que las vendía al módico precio de tres y cinco euros la foto más grande. Una nimiedad comparada con las fotografías de los profesionales del campeonato de España.

Desde pequeñas e incipientes gimnastas de colegio a deportistas de élite. Mi cámara estaba allí. Tuve la suerte de que algunas de ellas posaron en estudio, Elmira Dassaeva, las gemelas Kebich… Carteles de competición oficial, colaboraciones en prensa como Heraldo de Aragón, Diario Equipo, páginas web oficiales… Conforme aprendía y disfrutaba de este mundo deportivo, mi labor se comprometía más y más en retratar y dejar un buen testimonio de una de las mejores generaciones de gimnastas de Aragón de todos los tiempos. En los tres años y medio que estuve fotografiándolas, asistimos a la proclamación de campeonas de España y de conjuntos en varias ocasiones para determinadas categorías. Mi labor eso sí, se ciñó siempre a Zaragoza. Mi agenda personal y los problemas para hacer fotos en los campeonatos nacionales me delimitaron. No obstante, mi archivo se constituyó como una fuente rica y grande de aquellos tiempos.

Además de Karina tuve la ocasión de conocer y fotografiar a la que creo que es una de las mejores deportistas que ha tenido nunca Aragón. Elmira Dassaeva nació en Moscú en 1986 pero prácticamente se puede decir que es aragonesa y oficialmente de nacionalidad española. Su andadura en gimnasia rítmica fue excelente aunque en el futuro será recordada como la mejor gimnasta de aeróbic que ha tenido España. Efectivamente hablamos de una campeona mundial. Su cuerpo y genética, proveniente de familia deportista, es excepcional y la mentalidad de esta chica muestra una madurez que aúna humildad, entrega y ambición en un perfume llamado éxito. Delante de la cámara supo posar para mí intentado ambos que su cuerpo dejara a un lado la musculatura latente y mostrara la belleza y sensualidad de una beldad natural. Ese fue el reto de la sesión de estudio que le realicé. Por supuesto, nada que ver en competición, toda una luchadora por superarse a sí misma por encima de metales relucientes colgados al cuello.

También fotografié en estudio con resultados deslumbrantes a las hermanas gemelas Taisia y Lisa Kebich. Una de ellas incluso posó con un corporal dorado (también conocida esta disciplina como bodypainting), obra de mi maquilladora Inés Rodríguez, que se convirtió en toda una obra artística viviente.

En realidad, cada club tenía su estrella; entendiendo como tal aquella gimnasta que sobresalía por encima de las demás dado su talento. El Club Escuela, la gran competencia del CD Zaragozano, tenía entre otras a Carla Toha y a Teresa Vizoso. Esta última pasará a la historia, entre otras cosas, por haber formado parte de la selección nacional de gimnasia rítmica. No es un caso aislado, en mis tiempos ya vi a Cristina Dassaeva, hermana de Elmira, en similar situación. Conocí personalmente a la madre de Teresa, una madre muy encima de su hija y por supuesto preocupada por ella. La dura vida de una gimnasta de élite no es fácil. También Carla Toha fue un referente en cuanto a elegancia en sus formas y en su momento llegó a cuajar buenas actuaciones en los campeonatos de España.

El mundo de la gimnasia rítmica es todo esto y más. Por supuesto con sus grandezas y sus miserias. Pero con grandes atributos que lo hacen único. Como dijo un periodista sobre el tema, “es el único deporte que conserva la feminidad de la mujer”. Opinión que comparto y, por cierto, amplío a otro deporte como es el patinaje artístico sobre hielo.

Durante tres años y medio estuve fotografiando a nuestra gimnasia rítmica. De paso también inmortalicé a unas cuantas deportistas de aeróbic y en varias ocasiones a las chicas del club “Flip Flap” de gimnasia artística. Como suele ocurrir, la vida te obliga a elegir y en diciembre de 2005, en un festival de Navidad del Club Deportivo Zaragozano, tiré mi última “placa”.

En todos esos años aprendí mucho como persona. Viví y comprendí un deporte que siempre está en debate. Controversias deportivas, extradeportivas, de competición, por supuesto diferencias con los jueces, entrenadoras, padres y madres y ante todo gimnastas. Ellas son las protagonistas. No dejan de ser niñas al principio, para luego muchas seguir durante años compitiendo en su adolescencia. He conocido a padres de todo tipo; unos que desean que la hija se canse para dejar lo que a ellos no les gusta y por el contrario, padres y madres que alientan a sus pequeñas hasta la exasperación. Lo que por desgracia a veces se traduce en lesiones, lloros y alguna que otra pena más. En medio, la gran mayoría, padres que sonríen a sus hijas y que estas les devuelven el agradecimiento por estar allí con ellas y alimentar esa pasión por la gimnasia rítmica. Mientras, no olvidemos que son eso, niñas y que todo se hace por ellas, lo demás está de sobra. Incluso el reconocimiento que cuelga del cuello. En todo deporte, la clave está en disfrutar. Si se pierde esa ilusión y esa magia, lo demás se convierte en lastre. Además el mundo de la gimnasia rítmica tiene una ventaja añadida que pocos deportes ostentan, y se trata de estar introducidos desde edades tempranas en muchos colegios. No sólo hay cantera, hay educación. El deporte forma personas por fuera… y por dentro.

En Aragón esta práctica corre a cargo de dos grandes organizaciones, el Club Deportivo Zaragozano de Gimnasia Rítmica y el Club Escuela de Gimnasia Rítmica. En otras ciudades y localidades de nuestra tierra, se abren paso otras entidades que poco a poco van difundiendo y disfrutando de este deporte. Algunos de ellas ya cuentan con más de veinte años.

El futuro es incierto pero enriquecedor. No faltan gimnastas pero soy de la opinión de qua la calidad y madera de campeonas es generacional. Tras mis abandono como fotógrafo de la gimnasia rítmica aragonesa, vinieron años de sequía en el pódium nacional. Llegando incluso un equipo, en la categoría de más edad, a perder dicho nivel. Es cuestión de tiempo y trabajo de base hasta que aparezcan otras gimnastas excepcionales capaces de arrancar gritos en los torneos, y llevarse los más preciados metales. Después del deporte vendrá eso sí la vida misma y esos momentos tan fabulosos que pasaron con sus compañeras y amigas, sus padres, los viajes para competir… todo eso formará parte de su enriquecimiento como persona. Una de las muchas grandezas que tiene el deporte para el Ser humano.








Web oficial de la Real Federación española de gimnasia:

www.rfegimnasia.es