jueves, 29 de diciembre de 2011

Feliz año nuevo.



Y qué mejor regalo, música, congelada por mi cámara. No olvidemos que alimentar el alma y el intelecto es gratificante, recomendable y hasta puede llegar a ser placentero. Y como decía una canción de BLUR, la música es mi radar.

Esta imagen lo simboliza muy bien. Tras el anonimato del artista fotografiado (se podría averiguar quién es) queda la musa que entra por los oídos.

Felices fiestas y 2012. Y todos los que vengan.


Ángel


sábado, 17 de diciembre de 2011

La vida de los libros.


Recientemente tuve un guiño del destino. Una anecdótica curiosidad, no muy ajena a los que pensamos que los libros (los de papel) poseen cada uno vida propia. Buceaba por Internet, rastreando los mercados culturales, al encuentro de una peculiar obra del siglo XIX, la Historia de las persecuciones religiosas, escrita por Fernando Garrido Tortosa. A lo largo de seis volúmenes se nos desarrolla con prosaica pluma y fino paladar sardónico, cómo el hombre ha perseguido y sojuzgado cualquier forma de competencia moral y religiosa, simplemente por eso, por ser una amenaza a nuestro irreductible fuero interno, o nuestra despensa crematística.

En esa navegación digital, donde el internauta encuentra lo que no espera y acaba donde no se propone, descubrí que tres de esos libros se podían descargar en formato PDF, desde recónditas direcciones ubicadas, intuyo, en Norteamérica. Efectivamente se trataban de tres volúmenes originales de esta publicación, escaneados página a página con tanta minuciosidad, que hasta aparecía el dedo humano operante “fotografiado” en una de las primeras hojas. Los libros presentaban indicios de haber llevado una vida muy movida. Suposición que ratifiqué cuando descubrí que habían escaneado hasta los registros del lugar a donde pertenecían estos tres ejemplares. Mi asombro fue regocijante al leer que correspondían, nada menos, que a la Biblioteca Pública de Nueva York.

Este detalle me hizo pensar; no precisamente en esas vidas que recorre un libro editado, donde no se sabe por qué manos pasará ni qué ojos le leerán. Me acordé ipso facto de los formatos digitales para leer, que tan de moda están ahora en esa eclosión exacerbada por las nuevas tecnologías. Y así me di cuenta, de que la comodidad de leer y guardar un libro que ocupa unos pocos kilobytes, no contempla la vida que recorre cada ejemplar editado en papel.

Cuando tenemos en las manos una obra material, podemos intuir el desgaste de su existencia, oler el tiempo… Pero en el mundo virtual, la vida de un ejemplar, no es más que un archivo etéreo, que no nos contará más que su fecha de creación y su posterior modificación. Y con el riesgo de perderse en la infinitud de archivos digitales que vamos almacenando en nuestros discos duros. La vida de estos libros electrónicos, no se palpa pero se extravían con más facilidad. No se mojan, no se queman pero se pierden de la vista con destreza y puede que desaparezcan del todo, devorados por un virus de última generación.

La vida de los libros se acorta en aras de su funcionalidad, eso está bien desde luego. Pero siempre habrá, espero, un ejemplar de papel, para ser leído simplemente con luz y ojos. Con una vida excitante, desaforada y única. Atacado el documento por el paso del tiempo, que diezma las bibliotecas físicas, construimos la que será una nueva Alejandría, sin espacios y de libre acceso. Pero también, sin ex-libris, sin pétalos secos ni fotos entre sus páginas, sin rastro de su vida. Trasformado el taller de un editor clandestino o artesano asentado, en un escáner de gran calidad, los libros cobran nueva vida. No es una revolución, es una evolución: la palabra, como la energía, se transforma, se perpetúa en muchas superficies y en la memoria, ahora además de la humana, la de un ordenador…


domingo, 27 de noviembre de 2011

Vampirismo ibérico.



Con sólo pronunciar la palabra vampiro, el aire se enfría, la gota de sudor recorre escalofriante nuestros sueños tornándolos en lúgubres pesadillas y convierte nuestro amanecer diario en un suspiro de tranquilidad tras confirmar que todo pertenece al lado onírico de nuestra mente. La realidad no dista mucho de las peores elucubraciones nacidas de mentes calenturientas, capaces de plasmar con pulso firme y mirada torva, las mejores historias de terror que procrea la imaginación humana. Así, con este talante, me incliné a leer el contenido del último trabajo de Salvador García Jiménez. Hace un año aproximadamente, conocí la historia de su libro sobre los verdugos que había tenido la justicia española en tiempos no tan pretéritos (ver mes de septiembre de 2010 del archivo del blog). Y en esta ocasión, su prospección de hemeroteca indaga en los turbios y truculentos ambages de las leyendas y crónicas negras en torno a la sangre.

Reconozco que mi atracción se debía al conocimiento del autor y del título tan sugerente, pues he de decir que el diseño de la portada de “Vampirismo ibérico” (Editorial Melusina, 2011) no inspira mucha seriedad para la labor que esconde en sus páginas. Intuyo, quiero pensar, que el diseño pop –rayano en lo kitsch- está orientado a llamar la atención visual de mentes jóvenes. Los demás, conocemos el modus operandi de García Jiménez.

Aparentemente este estudio es una colección de asesinatos con el hilo conductor de la creencia, ya atávica en España, del poder vital de la sangre. Es decir, esa mitología alimentada por la superstición y la idea de que el preciado líquido bermejo que corre por nuestras venas, es fuente de salud e incluso juventud. Sin embargo, adentrarse por las páginas de este libro supone desentrañar la realidad de lo que fue, hasta hace poco, una creencia tan extendida, que formaba parte de la cultura de nuestra sociedad.

Desde el siglo XIX hasta hace no mucho, la medicina luchaba contra determinadas enfermedades, que hasta la llegada de su total conocimiento, eran mortales. Algunas de ellas, la tisis y la rabia por ejemplo, tenían un componente extrañamente subyugante para la mentalidad social. Y ante la desesperación de ver cómo se consume un cuerpo tuberculoso, el desafortunado enfermo podía recurrir a todo tipo de posibilidades. Una de ellas incluso, la fe en la palabrería de los curanderos que postulaban su confianza en la sangre como remedio vital. Esa desesperación por evitar lo inexorable, empujó a muchas personas a cometer delitos simplemente para aprovechar el preciado líquido de sus víctimas. Hasta que la ciencia nos abrió los ojos, el componente mágico de nuestras venas, ha movido pasiones. En muchos casos con resultados criminales como lo muestra la crónica negra de nuestra sociedad.

El libro de Salvador García expone los crímenes más osados, más siniestros y más pavorosos que se perpretaron con el motivo de conseguir materia humana para los fines de un necesitado. Pero no se trata sólo de esa España rural y atenazada por el hambre, sino que incluso las clases pudientes podían llegar a ser proclives a dotar de una magia ilusoria ese líquido que tantas veces hemos visto manar del cuello mordido por un vampiro. El autor nos esboza aquellos años en los que muchas personas, por ejemplo, iban al matadero de su ciudad para recoger lo que serían unos pocos sorbos curativos de sangre animal. A veces, yo mismo recuerdo, en gratificantes conversaciones con mis vetustos familiares, esa época bajo la batuta de la religión cristiana católica, donde no pocos saludadores hicieron peculio a base de aliviar los huesos rotos de la gente. Y a la par, llenar los huecos que dejaba la medicina frente a enfermedades como las antes citadas. Prueba de la importancia de estas enfermedades, fue la progresiva construcción de sanatorios a lo largo del siglo XX, para tratar a tuberculosos y otras dolencias que necesitaban refugio aparte para curarse. Un refugio que además, les sacara de esa entumecida posición social que los convertía en ilusorios necesitados de sangre.

Así, ante el avance de la ciencia médica, se diluía el contraste cultural del pensamiento mágico hacia nuestro vital líquido. Motor de crímenes horrendos que en muchas ocasiones inmolaban a la superstición y a la desesperación, jóvenes imberbes, inocentes que sufrieron lo indecible hasta morir a manos de sayones enviados en nombre de un enfermo que necesitaba sangre. Como un vampiro sí; una polisémica prolongación del mito del no muerto, trasladado a la simple acción abyecta de un delincuente. En las páginas de esta obra encontraremos los crímenes que volvieron a colocar la palabra vampiro en la prensa española. Un recorrido que incluye esos orígenes decimonónicos por Drácula y otras veleidades reales como Jack el Destripador, y que recala en nuestros tiempos a golpe de titular mediático.

El trasfondo del estudio de García Jiménez, insisto, va más allá de la simple recolección criminal. Las pinceladas sociales que nos muestra en sus páginas, descomponen la cultura supersticiosa y mágica que atribuía un poder desmesurado, casi sobrenatural, a la sangre. Supone pues un buen punto de partida para un tema fascinante y que no nos queda tan lejos. Desde los pánicos exacerbados hacia figuras legendarias como el sacamantecas, hasta las atrocidades de manos ensangrentadas y culpables de una muerte consumada. Seguro que el lector sabrá o recordará leyendas y asesinos de su tierra que le hacen no parecer extraño en su memoria ante la lectura de este libro. Recordamos pues que somos humanos, y como un Saturno devorador, no nos será ajeno ver ante un espejo cómo tratamos a nuestra misma especie. Convirtiendo en víctimas desgraciadas a nuestros congéneres, abatidos por manos sedosas capaces de tornar su alma, aparentemente pía, en una certera prolongación de la maldad humana.



“Vampirismo ibérico”

Salvador García Jiménez

Editorial Melusina

2011


martes, 8 de noviembre de 2011

Exposición del Círculo Fotográfico de Aragón.




El día 25 de noviembre se inaugura en la Biblioteca de Aragón (C/ Doctor Cerrada, nº 22) la muestra que el relato de “El extraño caso del Dr Jekyll y Mister Hyde” ha inspirado en las imaginativas mentes de los fotógrafos que conforman esta asociación.

Hasta el 30 de diciembre nuestras obras permanecerán en este santuario del saber, que además, es crisol de Arte en estado puro.

Por mi parte exhibiré dos pequeños guiños a mi querido Stevenson. Algo así como una ensoñación embriagada de moda, vistiendo la dualidad que, desde mi perspectiva, puede mostrar una lectura de este relato. Habrá tantos puntos de vista como mentes exponen. Y tantas miradas como interpretaciones. El público forma parte de ellas.

Os esperamos.



http://circulofotograficodearagon.blogspot.com


lunes, 7 de noviembre de 2011

Pequeñas muestras de grandes genios.




La sala de exposiciones del Patio de la Infanta, de la sede de IberCaja en Zaragoza, acoge una muestra más que recomendable. Se trata de una selección de fotógrafos… pero no son unos autores cualesquiera. No me gusta hablar mucho de generaciones de artistas, salvo grupos creados ad líbitum, pero en este caso conviene mirarlos así. Da la impresión de que un carácter cultural, en determinadas épocas y circunstancias, es proclive a un elenco con raíces comunes. Y visto de esta manera, uno se rendiría a la mirada que la Hungría de la primera mitad del siglo XX, proyectó en el Arte postvanguardista.

De esa tierra y de este espacio de tiempo, se han seleccionado a unos fotógrafos que han hecho grande este Arte de la imagen. Sus nombres hacen brillar las pupilas del alma: Brassaï, Robert Capa, Martin Munkácsi, André Kertész y László Moholy-Nagy.

La idea es mostrar un pequeño elenco de artesanos de la imagen en todas sus vertientes: Capa en fotoperiodismo, Moholy-Nagy en el abstracto experimental, Brassaï como retratista de la noche que fue, los puntos de vista de Kertész, o los retratos inmortales de Munkácsi. Cada uno de ellos aportó de alguna manera, algo distinto a la fotografía. Y esa diferencia con el resto de los mortales hizo transformar el Arte.

La exposición que se puede visitar en Zaragoza hasta el 31 de diciembre, supone una pequeña selección. Un perfume visual en pequeñas gotas que a la postre dan más hambre. Hambre de sensibilidad, de ver, de soñar y de fotografiar. Y esto, en la época en que vivimos, que me atrevería a calificar de “dorada” para la divulgación del medio fotográfico, no es poco. Es un deleite.

Delectación por cierto algo oscura. Me atrevo, desde mi humildad de peatón, a criticar la distribución de la iluminación en la sala. Muchas fotografías están casi en penumbra y no creo que eso sea aconsejable para su visionado. Iluminar una obra es peliagudo. Hay que procurar que el foco al uso no se refleje en el cristal, pero el opuesto no es recomendable. Hasta tal punto, opino, que en el catálogo, las imágenes se aprecian mejor. Una publicación por cierto, bien editada y a buen precio, doce euros. Con los tiempos que corren, es digno de mención y alabanza.

El breve paseo por este grupo de artistas húngaros supone varias paradas enriquecedoras. Desde la moda (por la que muchos pasaron) hasta la guerra (le debemos mucho a André Friedman). Todavía quedan días para verles, os invito a dejaros llevar en este viaje por el tiempo. Un tiempo, que es como nosotros, Humano.



“Maestros húngaros de la fotografía.”

IberCaja Patio de la Infanta

Hasta el 31 de diciembre de 2011

Zaragoza


domingo, 30 de octubre de 2011

Vivir todavía.


Decía Vilém Flusser que la única gran verdad de la vida es que el hombre, ante el momento de la muerte, se encontrará irremediablemente solo. Y que esa certeza nos acompaña a lo largo de nuestra existencia. Ningún artificio añadido, sostenía Flusser, podía librarnos de la soledad que supone dejar de existir. Un cara a cara ante el ocaso. Sin embargo, nuestra existencia no termina en el óbito físico. Todo lo contrario, nos perpetuamos en la memoria de los que nos sobreviven; el recuerdo es vida.

Flusser estaba en lo cierto. Quizá por eso muchas culturas tienen un día específico, o incluso varios, para recordar expresamente a los difuntos. Formalismos aparte, lo que importa es el recuerdo. Por eso, la persona que está abandonada de la vida, se siente más fuera que dentro del mundo. No se comunica, nadie se acordará de ella cuando ya no esté. De ahí que el hombre sea el ser vivo más comunicativo de todos. Necesitamos comunicarnos pues en esa acción hay sentimiento, hay alimento vital.

Los cementerios son lugares de encuentro. No sólo con los muertos, además con los vivos. Invito a que se visiten las necrópolis fuera de temporada. A pasear por sus calles a modo de introspección; un yoga funerario se podría decir. Es posible que hasta sea terapéutico. De esta manera, no subsanaremos la angustia mortal que aludía el conocido pensador praguense, pero nos volveremos un poco más humanos sabiendo que estamos de paso y que nuestra existencia, o lo que es lo mismo, nuestras acciones, dejarán huella. No en un túmulo florido una vez al año, sino en una eternidad, la de la memoria.

martes, 18 de octubre de 2011

El abogado de las brujas.



Un nombre brilla con luz propia en la historia de nuestro país, abriéndose paso entre las lianas y copiosas malezas de la leyenda negra que tiene popularmente gran parte de la mentalidad colectiva. Me refiero a la Inquisición española. Sin embargo, gracias a la historiografía de las últimas décadas, unos cuantos autores han aportado datos y descubrimientos de documentación, que aclaran poco a poco la realidad de esta institución tan famosa. No se trata de lavar la imagen, la profesión del historiador intenta acercarse a la verdad del discurrir de los acontecimientos en la medida de lo posible. Y en el campo concerniente a esta institución, los ríos de tinta han sido y son profusamente caudalosos.

Un danés, Gustav Henningsen, embebido por nuestra historia, ha dedicado su vida al estudio de la Inquisición europea. Pero es en el caso de España donde ha puesto más interés, abriendo paso a nuevos derroteros. En los más de tres siglos de existencia de esta institución en nuestra tierra, se produjeron muchísimos casos realmente interesantes para analizar, tanto de herejías, brujería y otros comportamientos susceptibles de pasar por la revisión de un tribunal del Santo Oficio. Pero fue en el Valle del Baztán y sus alrededores donde se fraguó una de las fiebres brujeriles más importantes de la época. A la postre, los efectos de estos acontecimientos, aún hoy en día, revisten una importancia clave para la compresión de la brujería en España y el conocimiento de la Inquisición de nuestro país.

En 1983, Henningsen publicó el trabajo, resultado de su tesis, sobre el caso del tribunal de Logroño en 1599. Fruto de rumores, falsas acusaciones y miedo provocado, apareció en toda la zona del norte de Navarra, el este de Vitoria y San Sebastián, una compleja investigación religiosa con el único fin de dar caza y captura a la “secta” de brujos que invadía la zona. Sin embargo, lo terrible del caso son los ingredientes que convirtieron una tierra de vida y creencias normales, en un sumidero de miedo que acabó con 1829 procesados. Las consecuencias fueron terribles; no sólo murió gente en las cárceles del tribunal inquisitorial de Logroño y hasta en el auto de fe, sino que aparecieron auténticos agentes sociales capaces de decidir, sin fundamentos, sobre la vida de las personas. Henningsen, navegando a través de documentos de aquella época, localiza y analiza esos agentes patógenos de la mentalidad colectiva, que acabó en una histeria provocada. Su estudio supone una reconstrucción de los hechos a traves de las personas, no de la ideología. Y en ese elenco de protagonistas brillan tres hombres, los dueños del destino de los infelices.

“El abogado de las brujas” (Alianza Editorial, 2010) refleja la convivencia moral de los tres inquisidores del Tribunal de Logroño, Becerra, Valle y Salazar. Los dos primeros, mentes celosas de su ortodoxia, se mantienen siempre aferrados a una tenaz superstición institucionalizada en los preceptos de la Iglesia Cristiana Católica. El tercero, Salazar, al que el autor dedica su libro, parte más de la duda razonable que solamente se disipa con pruebas. La historia de las brujas vascas de Zugarramurdi, el Valle del Baztán, en definitiva, del Tribunal de Logroño, es la pugna entre dos formas de evaluar la realidad, de inculcar unos valores religiosos con sentido común. El resultado de este proceso modificó las posturas del Santo Oficio español. Si bien es cierto que no se evitó que derterminadas personas detenidas muriesen, se propició gracias al inquisidor Salazar, que el Consejo de la Inquisición de Madrid se replanteara los casos de brujería de otra manera. Se debatía la moral religiosa entre castigar para mantener la rectitud y mostrar ejemplo, pero a sus vez, debiendo cuidar su rigor para no ajusticiar a personas inocentes. Esta es la clave.

Henningsen propone las causas que convirtieron este caso en una “caza de brujas”. Primeramente se provocó un miedo espectral en los habitantes, debido a las prédicas de los sacerdotes y frailes del momento. El diablo se asentó en la moral y la gente comenzó a dudar de sí misma. A ese miedo se sumaron acusaciones falsas y deposiciones suscitadas incluso por las autoridades civiles. Y como guinda del terror, el estudioso danés apunta un factor determinante: los sueños de los niños. Los menores de dieciséis años, las mentes más proclives a la fantasía, aportaron sus ensoñaciones como pruebas. Este factor desencadenó una pólvora moral que alimentó la ética de los inquisidores Becerra y Valle. Como escribió Nicolau Emeric en su célebre “Manual de inquisidores”, un rumor es una media prueba. Aquí el sueño de un niño puede incluso ser una posesión del Diablo, un momento de debilidad por el que el alma o el cuerpo, se evaden hacia el aquelarre.

Con la mentalidad de un occidental de hoy en día, aparece ante nosotros la dicotomía entre brujería y brujomanía. Henningsen las diferencia muy bien y establece parámetros de estudio. Esa brujomanía, ese afán persecutorio, no es otra cosa que la discriminación contra lo distinto, lo que no nos gusta. Llámesele de muchas maneras; apostillemos, siempre se trata de la falta de respeto a la persona. La bruja como rol social, comprende un atisbo que bebe de fuentes tales como la antropología, la sociología, el folclore, la religión, la magia e incluso la psicología. En este último aspecto Henningsen se excusa abriendo una puerta para el estudio. Efectivamente, la perspectiva psicológica y psiquiátrica de la bruja es fascinante. El autor sólo aporta un caso del proceso, acerca de una mujer bruja, enmarcada dentro de una psicopatología. Me extraña que en la bibliografía del estudio no aparezcan trabajos de esta índole. Me viene a la memoria el estupendo ensayo del psiquiatra español Juan José López Ibor titulado “Cómo se fabrica una bruja” (1976). Pero como el danés concluye en su libro, la puerta queda abierta.

Hay mucho por hacer y con el tiempo aparecen documentos perdidos. Es el caso citado del importante Manuscrito de Pamplona, de Becerra y Valle (1613), descubierto no hace mucho tiempo. En su buceo documental, el erudito danés, apoya sus hipótesis en las cartas y los informes de los propios inquisidores. Los resultados de las visitas a los pueblos de la zona, la correspondencia con el Consejo del Santo Oficio en Madrid, e incluso opiniones cultas de la época que apoyan un sano escepticismo. Todo este trajín informartivo nos coloca en una posición más real, que nos acerca a esa sentencia lapidaria que tanto me gusta: aquí no había brujas hasta que se comenzó a hablar de ellas. Aplíquemonos este dicho y quizás veremos las cosas sin ambajes. Incluso hoy en día nos llevaríamos sorpresas simplemente, modificando el punto de vista. Imaginémonos a finales del siglo XVI y principios del XVII, con el Diablo campando a sus anchas.

Siempre hay un peligro de exclusión social, ese es el gran mensaje de Henningsen. Las brujas fueron las víctimas. Pero lejos de los arquetipos establecidos, este libro nos muestra lo que seguramente pasó por las cabezas de los jueces y las víctimas. Vemos así en su desnudez, el drama de la brujería cuando se convierte en la miseria humana de lo marginal y diabólico. Pero aún así, el debate siempre queda abierto para una luz de sentido común que no banalice las creencias, mire en el interior de los acusados y corrobore con pruebas lo que la creencia alimenta con simple sugestión y miedo. La Inquisición española, con sus peculiaridades, con su poder independiente, por una vez se vio desbordada por el Diablo, quizás el mismo que todos llevamos dentro sin saberlo.



“El abogado de las brujas”

Gustav Henningsen

Alianza Editorial

2010


lunes, 10 de octubre de 2011

La magia de viajar por Aragón.



Se nota que se acerca la fecha de Todos los Santos. Por este día, recientemente recibí la amable invitación de colaborar con la revista La magia de viajar por Aragón. Se trataba de hablar de nuestro querido cementerio de Torrero. Un tanto como para darlo a conocer, y mostrar algunos motivos que invitan a visitarlo. No en vano, es cierto, la cultura funeraria incluye el turismo funerario. Haberlo haylo, aunque quizás, en la sociedad española, todavía se circunscribe a título individual antes que al ámbito de las agencias de viaje.

Dicho y hecho ya está disponible en los kioscos el número correspondiente a octubre y noviembre (se trata de una publicación bimensual). El reportaje son seis páginas excelentemente maquetadas. Huelga decir que la revista en general está muy bien preparada. Es uno de los mejores ejemplos de divulgación cultural aragonesa. Si a ello le sumamos una variedad de contenidos muy rica (de hecho, no todas fomentan las visitas a los cementerios), encontraremos un deleite para viajeros e interesados.

No esperéis a que se agote.


lunes, 19 de septiembre de 2011

Próximamente.



La venidera exposición que el Círculo Fotográfico de Aragón realizará en la Biblioteca de Aragón dedicada al Extraño caso del doctor Jekyll y Mr Hyde, me ha servido de motivo para aunar vertientes tan dispares como mi creatividad y el trabajo de moda que realiza la diseñadora Silvi (Sanctuary dark passion). La idea que fotografié y que se encuentra ya en fase de posproducción, es una traslación del concepto ambivalente del célebre relato de Stevenson. Dos mentes en una, dos personas en pugna por resaltar su preponderancia, aplicadas a la sexualidad de hoy en día. Cuando nos empeñamos en diferenciar entre los sexos, no hacemos más que atribuir roles que bien podrían corresponder tanto a la mujer como al hombre (independientemente de su sexualidad). Lejos de conceptualismos, lo que he realizado para la exposición en ciernes, no es otra cosa que un juego de moda para homenajear al célebre autor escocés decimonónico.

He contado para este trabajo con mi maquilladora habitual, Inés Rodríguez, sin la cual, es justo decir, que la sesión de fotografía no habría sido posible. Laura, mi modelo fetiche, se enfundó a través de un viaje en el tiempo, la ropa diseñada por Silvi. Gracias a esta artista del diseño gótico oscuro y la gran ayuda del Albergue Juvenil de Zaragoza, ha sido posible este reportaje, del cual veremos unas pocas muestras en la exposición que se avecina.

Mientras tanto, un pequeño adelanto revestido de un cierto glamour, para deleitarnos con la mirada, al igual que con la lectura de cualquier obra de Robert Louis Stevenson.


lunes, 5 de septiembre de 2011

Lartigue: la eternidad de lo efímero.



La invención de la fotografía dio visos de realidad a una de las virtudes del Arte: representar el momento, el instante y a la vez, hacerlo subjetivamente convirtiendo al autor en algo trascendental; no ya un fotógrafo, sino un artista.

Si hay alguien, que como artesano de la imagen, eleva la fotografía del instante preciso hacia parámetros sublimados de la técnica fotográfica, ese es Jacques Henri Lartigue.

Recientemente hemos podido disfrutar de su vida y obra en Zaragoza. Y cuando digo su vida hablo bien, pues Lartigue no cesó en su empeño de inmortalizar recuerdos a base de placas y negativos. Su obsesión era plasmar para siempre las imágenes que un día nos sobrevivirán. O, como él decía, subsanar esa especie de enfermedad por la que “todas las cosas que me maravillan se escapan sin que pueda guardarlas lo suficiente en la memoria.” Con ese continum merece la pena embriagarse de fotografías que muestran estados puros del movimiento, la velocidad y la existencia. Porque eso viene a confirmar que el cambio es vida.

El fotoperiodismo íntimo de Lartigue nos introduce en su vida sin caer en el voyeurismo que también alimenta al espectador. Nos regala partes de sus días. Una vida que él mismo atesoró en fotos y más fotos, álbumes y más álbumes. De esta manera construyó un legado de sí mismo. Hizo, de hecho, lo que yo sostengo: tras la experiencia sólo queda el recuerdo y nosotros, los fotógrafos, le damos forma con esa imagen tomada cuando formábamos parte de la vida.

La inmortalidad de la acción, del movimiento vital, es el leit motiv de Lartigue. Incluso por encima de enfoques y supuestos encuadres. Desde ese punto de vista, con Lartigue se aprende fotografía sólo con verla. Algo que no todos los fotógrafos pueden decir de sus obras.

Ahora que se cumplen veinticinco años de su muerte, me quedo con el retratista de la vida que fue. Como él, comparto cierta complacencia en el pasado, retroalimentando el futuro más que necesario. Y aunque no le alabe el gusto en todo, reconozco y aprendo del maestro y su obra, hasta el vértigo del momento que llega a producir estar vivo.


martes, 23 de agosto de 2011

Una cruz blanca sobre fondo rojo.



Este año el Destino me ha llevado a Suiza. Estaba quizás predestinado. Un compañero de andanzas deportivas, llevaba tiempo anunciándome sus intenciones de emigrar al país alpino. Sé que no volverá, le deseo lo mejor, se lo merece. Yo sin embargo he vuelto de mi periplo, pues haciendo honor a la dicotomía entre turista y viajero, siempre que emprendo un viaje espero regresar.

Como peregrino profano adentrándose en tierras desconocidas, uno se guía por los arquetipos que conoce previamente de la cultura que va a visitar. En el caso de Suiza, algunos tópicos se inclinan reverencialmente ante lo que creo es una globalización más. El país que posee ciudades consideradas como de mayor calidad de vida en el mundo, no escapa a los vicios y las virtudes de Occidente. Algunos jóvenes haciendo botellón ensuciando jardines y calles, policía aduanera malencarada, focos urbanos centrados en el turismo irredento y por supuesto pobreza; el mal acuciante de la eterna crisis de la desigualdad.

Un país aislado de la tremebunda historia de Europa. Enmarcado en postales alpinas, rodeado de lo que decidí en llamar in situ “las fronteras de Dios” (si es que las tiene) nos invitó a saborear sus delicias tanto materiales como espirituales. De esta manera, su sagrada imagen deja un poso bucólico en mi asfáltica alma que me recuerda a lo que Hölderlin cantó: ese dios llamado Naturaleza, que en los Alpes se puede esquiar tanto en verano como en invierno.

Ahora, tras el reposo del viajante (que no viajero) escribo esta breve semblanza con un bolígrafo bañado en el sempiterno e inefable diseño suizo: la cruz blanca sobre fondo rojo bermellón. Y creedme, la tinta fluye suavemente y la escritura resulta sedosa al tacto, como el país helvético.

A pesar de los vicios y virtudes que algunos preconizan como síntoma de la decadencia de Occidente, llevaré en mi memoria un vergel montañoso lacustre, aromatizado por olores a queso y fino paladar lechoso, mientras paseo por la historia viva de vetustas calles en Basilea y Lucerna, en tanto un bohemio oriundo le regala una obra de Herman Hesse a mi compañera de viaje.

Como su historia, creedme, entrar y salir del mundo suizo, puede ser una aventura que hay que vivir para contarla. Como algún día seguramente hará mi compañero deportivo tras años de vida en un viaje alpino sin retorno, pero bajo la misma bandera: una cruz blanca sobre fondo rojo.


lunes, 8 de agosto de 2011

Próximamente.



La creatividad no se toma vacaciones. Ya trabajamos en el próximo catálogo de Pendientuda, la marca de la diseñadora Inés Rodríguez. En breve a través de su página web y en su establecimiento de Zaragoza.

www.pendientuda.com


viernes, 5 de agosto de 2011

Buen viaje.



Con pies de barro o de carne y hueso, en tierra, mar o aire. Sin principio ni final, se hace senda al avanzar.


domingo, 17 de julio de 2011

Encuentro con dos caballeros.



Hay mundos que siempre tienen una puerta abierta invitándonos a entrar. Son mundos fascinantes y el deleite placentero suele ser más poderoso que la realidad. Una vez formamos parte de ellos, encontramos no pocos alicientes para explorarlos. Y cada vez, nos van embelesando proporcionando alimento para nuestros deseos de ir más allá.

La imaginación creadora puede contener una variedad muy rica de ingredientes. Muchos de ellos tan distintos, que desconcierta verlos aunados en crisoles literarios como el que dio lugar al mito y la leyenda de la Materia de Bretaña. Un rey medieval y su mundo; una puerta abierta más rica que el simple bruñido del acero de una espada. Una lectura de evasión y a su vez prontuario iniciático para aquellos que deseen ver el reflejo de una época personificada en el ideal de la caballería.

Hay muchos caballeros medievales campeando por Europa. Incluso en España se han forjado no pocas historias y ficciones con nombre propio. Pero hay un nombre que atrae sobremanera la imaginación popular. Ya desde su aparición en el siglo XII, el Rey Arturo y su mundo han inspirado a las mentes más incisivas de la literatura europea. Y su estela, su figura, trasciende los tiempos hasta involucrarse en todas las épocas y todas las Artes. Quizá sea el cine el que ha prolongado su imaginario popular hasta nuestros días y ha dado la eternidad a ese mundo ensoñado de caballeros, damas, aventuras y magia. Pero incluso antes de darle forma a nuestros sueños, toda la corte de Camelot retumbaba por Occidente influenciando vidas y obras. Es otra de sus muchas magias, la creatividad fundada en nuestras fantasías más íntimas, dispuestas a cabalgar en pos de un mundo maravilloso.

Yo, reconozco, fui atrapado por este rey. O mejor dicho, invitado a convivir en su corte. Y de vez en cuando emprendo un viaje acompañado de algunos de sus caballeros. En esta ocasión, la invitación a adentrarse en bosques, vivir romances y deshacer entuertos, viene de la mano de dos de sus mejores hombres. Nada menos que Lanzarote y Erec.

Cada miembro de la Materia de Bretaña, como se conoce en conjunto este universo, supone un mundo por descubrir. Hablar de Lanzarote del Lago implica conocer una de las piedras miliares de la vida del Rey Arturo. Tan atrayente y tan rica es la vida de Lanzarote, que las páginas dedicadas al mismo suponen el corazón de la historia de Arturo. Una nueva versión de las andanzas del que está considerado el mejor caballero del mundo, nos llegó este año de la mano de Carlos Alvar. Un volumen editado por Alianza nos muestra los tres libros anónimos de la “Historia de Lanzarote del Lago” en una recopilación traducida con rigor y fervor artúrico.

Hablar de Lanzarote del Lago es, indefectiblemente, tratar sobre el tema del adulterio. Lanzarote, el gran caballero de la Corte del Rey Arturo, pasará al acervo cultural como el gran amante de Ginebra, la esposa del conocido rey. Este tema es trascendental; no es desde luego el único adulterio de la Materia de Bretaña, pero sí el más decisivo en cuanto que a la larga supone el fin de Camelot y de Arturo (siguiendo siempre los textos de la Vulgata, los libros tenidos como centrales de la literatura artúrica). El adulterio en este entorno ha revestido diferentes interpretaciones a lo largo de los siglos. Sobre todo con la evolución de los parámetros que imponía en cada época el “amor cortés”. Sin embargo, el final de Lanzarote es purgatorio, pues acaba voluntariamente recluido en una ermita. Por el amor de Lanzarote hacia Ginebra, la corte acaba enfrentándose a su gran caballero. Como digo, sin desvelar muchos matices, esto supone el final del Rey, en un combate letal contra su sobrino Mordret.

El gran atractivo de esta literatura es la riqueza creativa de la misma. La vida de Lanzarote ya comienza de forma mágica. Su apelativo viene de la crianza, hasta los dieciocho años, que el futuro caballero tiene de la mano de la Dama del Lago. Ésta se lleva a Lanzarote para criarlo cuando el padre del mismo, Ban de Benoic, fallece. A partir de ahí, la vida del joven es pura magia y aventura sin igual, que atrapa desde el primer momento.

El volumen que nos atañe está brevemente prologado por Carlos Alvar. Comprende una revisitación clara y directa de estos textos en prosa, claves de la Materia de Bretaña. No hay sin embargo, acotaciones ni notas en el presente texto. Algo que otras publicaciones de Alianza poseen.

Casi al unísono nos encontramos, también en la misma editorial, la historia de otro gran caballero, Erec. O lo que es lo mismo, la historia de amor entre “Erec y Enide”. Las andanzas de la caballería no estarían completas sin una dama a la que amar. Hay muchos casos de amores caballerescos en la literatura artúrica y el de Erec merece mención aparte por cierta peculiaridad. El quid de esta historia no es la forma en que se conocen y se aman la pareja protagonista, sino las consecuencias de ese amor. En una ocasión, Erec y Enide se conocen, y el amor les une para siempre. Sin embargo, y aquí radica lo curioso, la pasión es tan fuerte que Erec se entrega completamente a su amada. Tanto es así que, como a veces ocurre en la realidad, el gran caballero sólo tiene ojos y tiempo para Enide. Todo lo que no sea su amor por ella carece de importancia. O dicho de otra manera, el caballero enamorado, se olvida de ejercer las ocupaciones que requieren su condición. Esta “dejadez” mancha su reputación. Y precisamente, para limpiar de nuevo su nombre, la pareja emprende todo un recorrido aventurero y maravilloso que pondrá a prueba la relación de ambos.

La historia de Erec responde a un ideal, pues no hay que olvidar que el mundo artúrico no deja de ser una sociedad caballeresca de entrega vital al Rey (en términos espirituales y de vasallaje). Como tal han de comportarse. Esa losa, es la que espolea la reputación de Erec; mal visto al relajar los servicios de armas por una mujer. La historia es rica en vicisitudes pero además nos perfila el modelo de esposa que se debía tener en tiempos del autor de este relato, Chrétien de Troyes. Este escritor es uno de los hacedores del mundo artúrico. A él le debemos grandes relatos como el que nos ocupa. De su vida sabemos poco, pero su legado es vital dentro de los autores conocidos del mundo artúrico. Oficialmente se le reconocen El caballero de la carreta, Erec y Enide, Cligès, El Cuento del Grial y El Caballero del León. Vivió en el siglo XII francés bajo auspicios de la Corte de Champaña, con sede en Troyes. Está considerado uno de los grandes escritores medievales y a juzgar por la importancia y alcance de sus obras, no está de más decir, que sin él, la Materia de Bretaña habría sido otra.

En Erec y Enide, aparecen claramente los cánones de los comportamientos cortesanos. Plantea dudas, poco menos que matrimoniales, y se rige de forma ejemplar por la moralidad caballeresca. Basada esta, como no puede ser de otra manera, en el amor. En general, el mundo artúrico responde a los comportamientos caballerescos que se iban conformando a lo largo de la Edad Media. Al principio, con fuertes herencias paganas del mundo celta, para seguir la estela del cristianismo. No sin abandonar los ámbitos maravillosos, la magia, y las peculiaridades del Bien y el Mal, donde el Ser Humano se debate para intentar llevar una vida digna y virtuosa.

Los hilos conductores, los personajes, y la acción en sí misma, atrapan al lector en estas dos obras que por cierto, están traducidas por la misma persona. A colación de este apunte, hay que agradecer que Erec y Enide posea acotaciones y aclaraciones a pie de página, no solamente sobre la obra en sí misma, sino incluso del mundo medieval y caballeresco. Estas aclaraciones temáticas son fruto del propio Alvar con Victoria Cirlot y Antoni Rosell. Entre los tres han traducido y preparado esta pequeña joya artúrica que ahora nos llega.

Como apuntaba antes, con la Editorial Alianza podemos adentrarnos en la Materia de Bretaña guiados con expertos como Alvar, a la sazón una de las mentes más versadas sobre el tema. De hecho recomiendo para no perderse en el prolífico mar de personajes, su Breve diccionario artúrico, entre otros trabajos.

Leyendo estas páginas seguramente econtraremos nombres que despertarán nuestra memoria literaria y también la visual. Signo inequívoco de que las historias de la corte de Camelot siguen influenciando y dejando huella en nuestra cultura. A fin de cuentas, estamos en una evolución folclórica y tradicional que aúna muchos aspectos medievales. Estos dos libros, recientemente editados, son piezas clave de esta cultura literaria evolucionada durante siglos. Y ojalá, no me equivocaré, seguirá siendo así por una eternidad. El rey Arturo, según Katharine Mary Briggs (1898-1980), experta en el mundo feérico, está calificado en el folclore celta como “guerrero durmiente”. Es decir, herido gravemente por Mordret, en realidad, fue traslado a Avalón para recuperarse. El futuro pues, no es incierto. El reino no tiene fin. Y en estas páginas como las que nos atañen, encontraremos dos buenos ejemplos, dos buenos caballeros, que nos harán de estupendos guías por un mundo que, en su día, perteneció al nuestro. Quizás ahora sea de otra manera; en nuestras manos, se abre una puerta que invita a entrar. Cabalguemos entonces hacia Camelot.




“Historia de Lanzarote del Lago”

Editorial Alianza

2011


“Erec y Enide”

Chrétien de Troyes

Editorial Alianza

2011


viernes, 1 de julio de 2011

I Encuesta Aragón Musical de la situación de la música aragonesa.

Recientemente se han dado a conocer los resultados de una encuesta que, a mi juicio, es más importante de lo que parece. La asociación Aragón Musical ha sondeado, tanto a usuarios como a artistas, en cuanto a preferencias y opiniones relacionadas con el mundo de la música. Desconozco si ha habido en épocas anteriores, otros estudios de hábitos, opiniones y comportamientos dentro del ámbito musical en Aragón. Lo que sí es cierto es que estamos ante lo que posiblemente sea la primera incursión analizada incluyendo la presencia y el impacto de las nuevas tecnologías.

El estudio trata de un cuestionario muy completo delimitado en Aragón. Si tenemos en cuenta lo que nuestra región aporta a la industria musical española, merece la pena detenerse unos minutos en la lectura y comprensión de los resultados publicados. La importancia radica en una cosa: la actitud fundamenta la acción que se va a tomar. Y en eso, tanto usuarios de la música como los artistas que la hacen, son claves. Para empezar para los políticos, gestores del dinero y el apoyo a la cultura. Y también para la industria musical. Un gigante que mueve conciertos, discográficas, espectáculos, legislación de autorías, y un largo cuerpo que alimenta el intelecto, el Arte y el alma de las personas que sienten algo en su interior cuando escuchan una canción o tema musical del tipo que sea.

Ciertamente, una encuesta hay que entenderla entre líneas. Lo que muestra son tendencias. Pero conozco el mundo musical aragonés desde hace once años y sé que las respuestas y las intenciones son esclarecedoras. Es un elemento más para informarse y comprender. Hacer algo así, y sin mediar dinero, es más que necesario.

Os animo a que dediquéis un rato al informe. Estamos ante un buen termómetro interno que muestra con bastante aproximación la voz de este mundo musical, que nos pertenece y al que pertenecemos de una u otra manera.


Encuesta de la situación de la música aragonesa.