domingo, 27 de noviembre de 2011

Vampirismo ibérico.



Con sólo pronunciar la palabra vampiro, el aire se enfría, la gota de sudor recorre escalofriante nuestros sueños tornándolos en lúgubres pesadillas y convierte nuestro amanecer diario en un suspiro de tranquilidad tras confirmar que todo pertenece al lado onírico de nuestra mente. La realidad no dista mucho de las peores elucubraciones nacidas de mentes calenturientas, capaces de plasmar con pulso firme y mirada torva, las mejores historias de terror que procrea la imaginación humana. Así, con este talante, me incliné a leer el contenido del último trabajo de Salvador García Jiménez. Hace un año aproximadamente, conocí la historia de su libro sobre los verdugos que había tenido la justicia española en tiempos no tan pretéritos (ver mes de septiembre de 2010 del archivo del blog). Y en esta ocasión, su prospección de hemeroteca indaga en los turbios y truculentos ambages de las leyendas y crónicas negras en torno a la sangre.

Reconozco que mi atracción se debía al conocimiento del autor y del título tan sugerente, pues he de decir que el diseño de la portada de “Vampirismo ibérico” (Editorial Melusina, 2011) no inspira mucha seriedad para la labor que esconde en sus páginas. Intuyo, quiero pensar, que el diseño pop –rayano en lo kitsch- está orientado a llamar la atención visual de mentes jóvenes. Los demás, conocemos el modus operandi de García Jiménez.

Aparentemente este estudio es una colección de asesinatos con el hilo conductor de la creencia, ya atávica en España, del poder vital de la sangre. Es decir, esa mitología alimentada por la superstición y la idea de que el preciado líquido bermejo que corre por nuestras venas, es fuente de salud e incluso juventud. Sin embargo, adentrarse por las páginas de este libro supone desentrañar la realidad de lo que fue, hasta hace poco, una creencia tan extendida, que formaba parte de la cultura de nuestra sociedad.

Desde el siglo XIX hasta hace no mucho, la medicina luchaba contra determinadas enfermedades, que hasta la llegada de su total conocimiento, eran mortales. Algunas de ellas, la tisis y la rabia por ejemplo, tenían un componente extrañamente subyugante para la mentalidad social. Y ante la desesperación de ver cómo se consume un cuerpo tuberculoso, el desafortunado enfermo podía recurrir a todo tipo de posibilidades. Una de ellas incluso, la fe en la palabrería de los curanderos que postulaban su confianza en la sangre como remedio vital. Esa desesperación por evitar lo inexorable, empujó a muchas personas a cometer delitos simplemente para aprovechar el preciado líquido de sus víctimas. Hasta que la ciencia nos abrió los ojos, el componente mágico de nuestras venas, ha movido pasiones. En muchos casos con resultados criminales como lo muestra la crónica negra de nuestra sociedad.

El libro de Salvador García expone los crímenes más osados, más siniestros y más pavorosos que se perpretaron con el motivo de conseguir materia humana para los fines de un necesitado. Pero no se trata sólo de esa España rural y atenazada por el hambre, sino que incluso las clases pudientes podían llegar a ser proclives a dotar de una magia ilusoria ese líquido que tantas veces hemos visto manar del cuello mordido por un vampiro. El autor nos esboza aquellos años en los que muchas personas, por ejemplo, iban al matadero de su ciudad para recoger lo que serían unos pocos sorbos curativos de sangre animal. A veces, yo mismo recuerdo, en gratificantes conversaciones con mis vetustos familiares, esa época bajo la batuta de la religión cristiana católica, donde no pocos saludadores hicieron peculio a base de aliviar los huesos rotos de la gente. Y a la par, llenar los huecos que dejaba la medicina frente a enfermedades como las antes citadas. Prueba de la importancia de estas enfermedades, fue la progresiva construcción de sanatorios a lo largo del siglo XX, para tratar a tuberculosos y otras dolencias que necesitaban refugio aparte para curarse. Un refugio que además, les sacara de esa entumecida posición social que los convertía en ilusorios necesitados de sangre.

Así, ante el avance de la ciencia médica, se diluía el contraste cultural del pensamiento mágico hacia nuestro vital líquido. Motor de crímenes horrendos que en muchas ocasiones inmolaban a la superstición y a la desesperación, jóvenes imberbes, inocentes que sufrieron lo indecible hasta morir a manos de sayones enviados en nombre de un enfermo que necesitaba sangre. Como un vampiro sí; una polisémica prolongación del mito del no muerto, trasladado a la simple acción abyecta de un delincuente. En las páginas de esta obra encontraremos los crímenes que volvieron a colocar la palabra vampiro en la prensa española. Un recorrido que incluye esos orígenes decimonónicos por Drácula y otras veleidades reales como Jack el Destripador, y que recala en nuestros tiempos a golpe de titular mediático.

El trasfondo del estudio de García Jiménez, insisto, va más allá de la simple recolección criminal. Las pinceladas sociales que nos muestra en sus páginas, descomponen la cultura supersticiosa y mágica que atribuía un poder desmesurado, casi sobrenatural, a la sangre. Supone pues un buen punto de partida para un tema fascinante y que no nos queda tan lejos. Desde los pánicos exacerbados hacia figuras legendarias como el sacamantecas, hasta las atrocidades de manos ensangrentadas y culpables de una muerte consumada. Seguro que el lector sabrá o recordará leyendas y asesinos de su tierra que le hacen no parecer extraño en su memoria ante la lectura de este libro. Recordamos pues que somos humanos, y como un Saturno devorador, no nos será ajeno ver ante un espejo cómo tratamos a nuestra misma especie. Convirtiendo en víctimas desgraciadas a nuestros congéneres, abatidos por manos sedosas capaces de tornar su alma, aparentemente pía, en una certera prolongación de la maldad humana.



“Vampirismo ibérico”

Salvador García Jiménez

Editorial Melusina

2011


martes, 8 de noviembre de 2011

Exposición del Círculo Fotográfico de Aragón.




El día 25 de noviembre se inaugura en la Biblioteca de Aragón (C/ Doctor Cerrada, nº 22) la muestra que el relato de “El extraño caso del Dr Jekyll y Mister Hyde” ha inspirado en las imaginativas mentes de los fotógrafos que conforman esta asociación.

Hasta el 30 de diciembre nuestras obras permanecerán en este santuario del saber, que además, es crisol de Arte en estado puro.

Por mi parte exhibiré dos pequeños guiños a mi querido Stevenson. Algo así como una ensoñación embriagada de moda, vistiendo la dualidad que, desde mi perspectiva, puede mostrar una lectura de este relato. Habrá tantos puntos de vista como mentes exponen. Y tantas miradas como interpretaciones. El público forma parte de ellas.

Os esperamos.



http://circulofotograficodearagon.blogspot.com


lunes, 7 de noviembre de 2011

Pequeñas muestras de grandes genios.




La sala de exposiciones del Patio de la Infanta, de la sede de IberCaja en Zaragoza, acoge una muestra más que recomendable. Se trata de una selección de fotógrafos… pero no son unos autores cualesquiera. No me gusta hablar mucho de generaciones de artistas, salvo grupos creados ad líbitum, pero en este caso conviene mirarlos así. Da la impresión de que un carácter cultural, en determinadas épocas y circunstancias, es proclive a un elenco con raíces comunes. Y visto de esta manera, uno se rendiría a la mirada que la Hungría de la primera mitad del siglo XX, proyectó en el Arte postvanguardista.

De esa tierra y de este espacio de tiempo, se han seleccionado a unos fotógrafos que han hecho grande este Arte de la imagen. Sus nombres hacen brillar las pupilas del alma: Brassaï, Robert Capa, Martin Munkácsi, André Kertész y László Moholy-Nagy.

La idea es mostrar un pequeño elenco de artesanos de la imagen en todas sus vertientes: Capa en fotoperiodismo, Moholy-Nagy en el abstracto experimental, Brassaï como retratista de la noche que fue, los puntos de vista de Kertész, o los retratos inmortales de Munkácsi. Cada uno de ellos aportó de alguna manera, algo distinto a la fotografía. Y esa diferencia con el resto de los mortales hizo transformar el Arte.

La exposición que se puede visitar en Zaragoza hasta el 31 de diciembre, supone una pequeña selección. Un perfume visual en pequeñas gotas que a la postre dan más hambre. Hambre de sensibilidad, de ver, de soñar y de fotografiar. Y esto, en la época en que vivimos, que me atrevería a calificar de “dorada” para la divulgación del medio fotográfico, no es poco. Es un deleite.

Delectación por cierto algo oscura. Me atrevo, desde mi humildad de peatón, a criticar la distribución de la iluminación en la sala. Muchas fotografías están casi en penumbra y no creo que eso sea aconsejable para su visionado. Iluminar una obra es peliagudo. Hay que procurar que el foco al uso no se refleje en el cristal, pero el opuesto no es recomendable. Hasta tal punto, opino, que en el catálogo, las imágenes se aprecian mejor. Una publicación por cierto, bien editada y a buen precio, doce euros. Con los tiempos que corren, es digno de mención y alabanza.

El breve paseo por este grupo de artistas húngaros supone varias paradas enriquecedoras. Desde la moda (por la que muchos pasaron) hasta la guerra (le debemos mucho a André Friedman). Todavía quedan días para verles, os invito a dejaros llevar en este viaje por el tiempo. Un tiempo, que es como nosotros, Humano.



“Maestros húngaros de la fotografía.”

IberCaja Patio de la Infanta

Hasta el 31 de diciembre de 2011

Zaragoza