lunes, 22 de julio de 2013

Lontananza.




Cada apertura de mis párpados, en un día cualquiera, la vista vive contra sí misma. Diseñados mis ojos para cazar, las pupilas se coartan ante la presencia de ordenadores y anuncios publicitarios asfálticos. Pero cuando diviso un horizonte inescrutable, la mirada se subyuga en un trance infinitesimal. El tiempo pasa en busca del numen y la mente se amplía. 

Veo allí fantasmas entre piedras y ninfas de espacios lacustres acotados por el hombre. Ahí quieto, en lo alto, petrificado durante unos instantes… diría que soy parte de la Historia.

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