Acostumbrado en demasía a ver vetustos obituarios, se agradecen onomásticas como la que rememoramos este año. El 17 de febrero de 1836 nacía en Sevilla Gustavo Aldolfo Claudio Domínguez Bastida. Para la posteridad, un solo apellido como el que nos ocupa. Implica mucho la simple pronunciación de este autor. Más cuando el que suscribe es aragonés y lector suyo en los años de estudiante imberbe.
Creo que Bécquer es de los pocos autores que tiene la grandeza de pertenecer a toda la cultura de la sociedad. Hasta las personas poco lectoras lo conocen. Incluso no es improbable que alguno de sus versos resuene en nuestra memoria. En mi tierra le debemos mucho. Gracias a él, nuestro folclore ha trascendido fronteras y determinados lugares reales, son ya legendarios. Por citar un ejemplo, algún pueblecito es hoy en día, todo un centro turístico brujeril de gran magnitud. Salvando las distancias, Bécquer es a Aragón, como Heminway a Pamplona.
Además Bécquer es para todos el gran poeta español del amor romántico. Regalar una estrofa becqueriana a alguien, es bendecir el día que conocimos a esa persona. Este año pues, merece la pena ser disfrutado con la memoria de este nacimiento.
Se ha hablado mucho del escritor sevillano, y su nombre va ligado al Romanticismo español. Un tema que incluso hoy, no está exento de algún debate académico. Pero lo cierto, es que la universalidad de este hombre, forma parte del acerbo cultural de todos. Y eso, lo consiguen muy pocos autores. Señal inequívoca de que su Arte corre por nuestras venas.
En Andalucía se están haciendo eco de esta conmemoración. Así que si tenéis previsto un viaje al Sur, estad atentos a la agenda, pues a pesar de haber dejado atrás la fecha del nacimiento, tenemos el resto del año por delante. Mientras, Internet nos ayudará a estar al día de lo último que se publique o emita de este genial poeta. Desde documentales (véase “Bécquer desconocido” en Vimeo) hasta homenajes de la gente que graba recitales personales de sus poemas y los coloca en Youtube. Se trata de una invitación a seguir soñando con este joven que vivió como sus versos: la misma intensidad con la que el rayo cae, venido de una cuna procelosa, para desaparecer dejando el alma desasosegada del que lo ha sentido.
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