sábado, 26 de febrero de 2011

Introducción a la cultura china.



Hoy China es una país, una cultura, una potencia económica que se oye por doquier más que nunca. Con cierto atisbo de miedo y resignación asumimos que cada época tiene su dueño. Sin embargo China siempre ha sido determinante no sólo en el desarrollo de Asia y el Pacífico, sino también en el resto del orbe. Su acercamiento a nuestra mentalidad, ha distado mucho de ser libre y accesible. Y son los ojos del que mira, los que a menudo llevan implícitas tenues barreras del equívoco. Por eso hacen falta personas y obras que nos cambien la forma de mirar; así descubriremos una realidad más que fascinante.

Podemos acercarnos a este país de muchas maneras. Pero la que a la postre ha sido determinante, es la que nos propuso en el siglo XIX Ernest Fenollosa (Salem, 1853 - Londres, 1908). Hijo del pianista malagueño Manuel Francisco Ciriaco Fenollosa, vivió durante periodos en Japón, llegando a impregnarse de la visión de nuestra existencia que tenían las culturas japonesa y china. Fue un amante del orientalismo y quiso que Occidente se desprendiera de sus propios prejuicios para estudiar y disfrutar de la sensibilidad china y japonesa.

Su legado intelectual sufrió el rocambolesco avatar de una vida truncada cuando no había terminado una de las obras que nos trae aquí, Epochs of Chinese and Japanese Art. Y ahora, la editorial Melusina, nos ofrece dos joyitas de sus estudios. Se trata de la “Introducción a la cultura china”, dos pequeños tratados muy diferenciados pero esclarecedores para unos ojos occidentales.

El lenguaje es un vehículo de transmisión cultural extraordinario. Y en la cultura china, revela éste un prodigio de universalidad que hoy en día, sostiene el autor, se está perdiendo en las lenguas europeas. En su estudio, Fenollosa aborda las claves para desmenuzar la gramática que China ha usado a través de los siglos para comunicarse. Y el hallazgo creo que es sorprendente. El corazón del lenguaje, de lo que esta cultura escribe y habla, es la acción, el verbo. Es decir la actividad como vida misma. El hecho de que los europeos vengamos de acotadas estructuras lingüísticas, que coartan a nuestros verbos, hace, según apunta, que la traducción del lenguaje chino a otros idiomas, haya sido hasta ahora una pérdida de sensibilidad cultural a tener en cuenta. El tratamiento que la cultura china hace de los verbos, entronca con la pertenencia humana a la Naturaleza. Se establece una continuidad que nos enriquece e incluso, convierte el lenguaje chino en un Arte. Alcanzando su máxima expresión, como suele ocurrir en casi todas las lenguas, con la poesía.

El estudio de Fenollosa se divide en dos partes. La primera, titulada “Arte y civilización” (versión abreviada de su Épocas del arte chino y japonés) es un viaje por la historia de China y cómo evolucionó éste a través de las distintas dinastías. Esto es clave porque en este devenir de imperios y jerarcas, entran en juego las grandes concepciones religiosas; a saber, confucionismo, taoísmo y budismo. Los pintores supusieron a la sazón, ser los auténticos filósofos de la estética. La pintura como poesía. De esta manera, aparecieron las formas de caligrafía a la hora de dibujar los conocidos caracteres chinos. Cada símbolo escrito, una representación ideográfica que dota a la frase de una trascendencia sublime, en la que el ser humano ejecuta acciones (verbos), que no son más que movimientos de la naturaleza misma. El arte y la literatura chinas nunca dejan de ser un continuum en ese ciclo vital. Por ende, el sujeto de la gramática china, pierde protagonismo frente al verbo. Es algo que estamos descubriendo ahora en nuestros tiempos, el lenguaje es acción. Grandes teóricos occidentales de la comunicación han desarrollado desde el siglo XX este idea. La praxis de la comunicación en el uso del lenguaje.

El segundo trabajo de Fenollosa incluido en el libro supuso en este aspecto un puente mental. Y en esta otra obrita, titulada “Los caracteres chinos como medio poético” nos explica las diferencias que separan las raíces europeas sintácticas con la escritura china. Nosotros los occidentales, más lógicos, más fríos, más ensimismados en el sujeto que realiza una acción. Oriente, siempre más próximo a la Naturaleza, procurando mantener el vínculo vital, dota cualquier comunicación, artística y comunicativa, de signos con personalidad propia. Cualquier forma de expresión oriental es poesía; pintura, escultura, escritura… Esa es la grandeza que nos atañe.

La creación de un vínculo entre el hombre y la Naturaleza a través del lenguaje chino, propició que la semántica occidental estudiara aquella literatura con otros ojos. Fenollosa cambió y amplió las miradas conceptualizadas de Occidente y nos enseñó a aprender y deleitarnos con la cultura china. Era un intelectual y un enamorado. Su vida se jalona con hitos culturales como la creación en Japón del Museo Imperial. Se puede decir que gracias a este “norteamericano de málaga”, el arte oriental se presentó en nuestras conciencias occidentales demostrando que las culturas se pueden abrazar mutuamente para delectación de los sentidos y una compresión más que necesaria. Hacen falta hombres como Ernest Fenollosa.



“Introducción a la cultura china.”

Ernest Fenollosa

Editorial Melusina, 2011


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