Para un artista cada obra concebida es como un hijo: lleva algo de uno mismo. A la postre, nuestras creaciones artísticas nos sobrevivirán, son nuestro legado. Ahora llega el momento de la buena esperanza, de la concepción que precede al parto. En esa fase creativa me encuentro. El pasado 17 de octubre nos pusimos manos a la obra y gestamos mi próximo proyecto. Volví a contar con Nazaret Laso y Tania Garrido como modelos y realizamos la sesión fotográfica en las instalaciones de Estudio Imagen en Zaragoza.
La historia en ciernes trata de un ritual de cortejo, apresamiento y redención entre dos personajes; uno de ellos, de tintes muy diablescos. Ellas, Tania y Nazaret, recrearon el argumento para mi cámara, interpretando mis ideas. Debido a esa comunicación inmanente entre artista y protagonistas, concibo cada sesión como una conjunción de equipo. También los actores de mi obra dan imágenes y enriquecen el mensaje preconcebido. La autoría la firma una persona, pero en la obra final hay implícitas variadas improntas de las identidades que formaron parte del proceso creativo.
Ahora comienza el periodo de postproducción para dar forma final al proyecto que verá la luz el año que viene. Mientras tanto os dejo una alusión que inspirará imágenes y alimentará los deseos de zambullirse en mi próxima obra. Desde aquí agradezco las facilidades y el apoyo de los miembros de Estudio Imagen para la realización de la sesión. Y por supuesto a las dos protagonistas con las que he tenido el privilegio de volver a trabajar enriqueciéndonos mutuamente, pues ellas son artistas de su cuerpo y vehículo de mi mensaje.
Estamos deseosos e intrigados por ver finalizado tu nuevo trabajo.
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